La Revolución Cultural
La Revolución Cultural se
encuentra entre los movimientos políticos más grandes de la historia
contemporánea. Su objetivo declarado era renovar los valores culturales de la
nación china. De base populista, fue dirigida sobre todo contra los elementos "intelectuales"
y "burgueses".
Durante la presidencia de
Mao, el partido comunista chino, observó que a pesar de los éxitos y avances en
el desarrollo de la economía china, siempre seguían existiendo los riesgos de
un fracaso en el proceso socialista, mientras no se cambien las formas de
pensamiento de la generalidad de la gente.
Las conclusiones a que
arribaron, fueron que un proceso revolucionario era un proceso incompleto si
tan solo se quedaban en la transformación de la base económica. Era necesario
comenzar un cambio en la superestructura, un cambio en la mentalidad del pueblo.
Fue por esta razón que
programaron el desarrollo de la famosa revolución cultural, que apuntaba a
reformar todo el sistema de enseñanza, a cambiar hábitos y costumbres que se
consideraron "anacrónicos y reaccionarios" y a modificar formas de
pensamiento.
La Revolución Cultural fue
una guerra con un doble frente. Eliminar toda herencia de la tradición de la
China imperial y erradicar el virus del mundo capitalista.
A Mao le preocupaba que los
jóvenes que no habían empuñado las armas para defender el comunismo se alejaran
del verdadero camino de la revolución y se vieran influenciados por la
interpretación que del estado socialista hacía la URSS de Nikita Khruschev.
Las relaciones
chino-soviéticas habían experimentado una traumática ruptura a finales de los
años cincuenta. China no aceptó la hegemonía ideológica del Kremlin y sus
interpretaciones de las tesis marxistas tomaron caminos divergentes.
Una de las primeras palabras
que aprendía cualquier niño chino era Mao, el padre espiritual de la nación al
que se le calificaba como "El Gran Timonel". El libro rojo de Mao,
que contenía las citas y pensamientos del líder, se reimprimía continuamente.
En los años sesenta todos los adolescentes llevaban un ejemplar bajo el brazo.
La violencia de los Guardias
Rojos asustó a los propios dirigentes chinos. En 1968 mandaron al Ejército
Popular contra los discípulos ciegos del líder Mao, quien, tras recuperar a su
dominio del partido, ya no lo perdería hasta su muerte en 1976. Tras un año de
lucha se acababa la fase más cruel de la Revolución Cultural.
Muchos de aquellos jóvenes
fueron enviados a zonas rurales para ser reeducados en el camino socialista. Hu
Jintao, actual presidente de la República Popular, pasó por esa experiencia. El
propio Mao, que había alentado sus acciones, tuvo palabras de reproche hacia
sus cachorros.
Deng Xiaoping, uno de los
reformistas caídos en desgracia durante la campaña de limpieza, llegó al poder
en 1978 y declaró la Revolución Cultural como "Gran Catástrofe Nacional".
De su mano, China comenzaría a construir su mezcla de comunismo político y
capitalismo económico, rompiendo su aislamiento internacional. El lema de Deng,
"Enriquecerse es glorioso", rompía definitivamente con la época
inquisitorial de la Gran Revolución Popular Proletaria.
Sin embargo, la
revolución cultural resultó en un fracaso y se abandonó a la muerte de Mao Tse
Tung y al caer, con ello, en desgracia su esposa y otros miembros del partido.
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